domingo, junio 30, 2013

FORO TEATRAL: MEMORIAS DE UN CONGRESO



La realización de un festival de teatro cumple con dos objetivos fundamentales,
que son: primero, cumplir con el derecho que tienen
los dominicanos de presenciar espectáculos teatrales de calidad, promoviéndolos
como un quehacer valioso que merece la atención de la
sociedad dominicana, y, segundo, proveer espacios de formación e
intercambio de conocimiento para los artistas.
Desde la Dirección de Festivales hemos visto el avance y los
logros obtenidos gracias a la permanencia y continuidad en las realizaciones
de este importante evento. Entre los avances, por ejemplo,
está la integración de los creadores nacionales a las diversas
actividades que forman parte de esta fiesta, una debilidad superada
de otras ediciones en las que el Festival y su equipo organizador
eran considerados un grupo aparte y distante del movimiento
teatral.
En ese mismo orden, en la pasada versión del 2011 el Festival
se abrió a las diferentes corrientes teatrales que forman el movimiento
dominicano, así como también a los creadores emergentes, los
cuales, como nunca antes, tuvieron una participación destacada. Fue
amplia la aceptación de las propuestas locales que, a diferencia de
otras versiones, generaron en el público igual o más interés que las presentadas por los grupos internacionales; este es un logro muy
significativo, ya que deja una estela positiva que las compañías nacionales
tienen el reto de capitalizar.
Otro logro obtenido fue el programa de talleres, conversatorios
y conferencias, que dieron a la Escuela de Arte Dramático un
elevado sitial como centro de formación y reflexión. Se propició el
intercambio de conocimientos y experiencias entre los grupos locales,
internacionales, profesores y estudiantes de teatro.
Finalmente, se destaca de manera muy especial la realización
del Foro de la Crítica, coordinado por la teatrista y comunicadora
Gilda Matos. Durante los diez días del festival, tuvieron la oportunidad
de participar en el Foro importantes artistas y comunicadores
del ambiente local que se dieron cita para compartir ideas, criterios
y experiencias.
Con la publicación de este volumen, que recoge las intervenciones
del “Foro Crítico” del VII Festival Internacional de Teatro
Santo Domingo 2011, nos sentimos satisfechos y comprometidos
para continuar promoviendo espacios de reflexión, ya que es esencial
que el Festival no se quede en la experiencia lúdica y visual, sino
que apunte hacia aspectos teóricos que nos sirvan como estrategias
de desarrollo.

KARINA NOBLE
Directora del Festival

domingo, junio 02, 2013

CENTENARIO NACIMIENTO PEDRO MIR (1913-2013)



El Ministerio de Cultura homenajea en el centenario de su nacimiento a nuestro Poeta Nacional, Don Pedro Mir, a través de su Editora Nacional (en la imagen, "Un asombro de ríos verticales", poesía reunida, 2012; "Hay un país en el mundo... para leer en el metro", Cuadernos de Cultura, 2012 y "Sol para las doce", antología coeditada con Alfaguara, 2013)

sábado, junio 01, 2013

Reseña a "Ya nunca será como antes"

Osiris Vallejo

Thomas Carlyle dijo alguna vez que “el genio es el infinito arte de trabajar la paciencia”. Si bien el talento personal juega un papel fundamental en cualquier área del conocimiento humano, la labor constante e incansable es determinante. Y cuando el talento y la paciencia coinciden en un mismo individuo, no podemos esperar menos que una auténtica obra de arte. A propósito de paciencia y talento, desde hace unos años ronda por los predios culturales latinoamericanos el nombre del escritor Rubén Sánchez Féliz, quien el año pasado obtuvo simultáneamente los premios Letras de Ultramar de novela, con Un cuarto lleno de anguilas y de cuento, con Ya nunca será como antes. Ya había obtenido el mismo Letras de Ultramar de novela en el 2010, por su obra Los muertos no sueñan, y poco antes varios premios Funglode en un mismo año.

Quienes desconocen el proceso de formación como escritor de Sánchez Féliz seguramente habrán reaccionado con sorpresa por su virtual omnipresencia. Y, precisamente, en Ya nunca será como antes hallamos algunas claves de quién es, qué escribe y de qué fuentes literarias e intelectuales se nutre el escritor. Antes de emerger como el laureado autor en que se ha convertido, Sánchez Féliz ya tenía por lo menos una década nutriéndose intelectualmente y labrando minuciosamente su obra. Eso explica, en cierto modo, por qué sus narraciones tienen ese aire de paciente rigurosidad en que el autor opta por adentrarse en universos subyacentes de la literatura, lejos de los complacientes fuegos artificiales que exhibe la llamada literatura light.

Ya nunca será como antes contiene diez cuentos breves en que se pone de manifiesto un estilo minimalista, de evidente rigurosidad sintáctica y profundidad conceptual. El libro inicia con un epígrafe del escritor estadounidense Raymond Carver, a quien algunos consideran el padre de la narrativa norteamericana contemporánea. El nombre de Raymond Carver puede serle extraño a mucha gente en el ámbito latinoamericano, o por lo menos del Caribe hispanohablante, pero para entender mejor a Rubén Sánchez y a otros artífices de la narrativa latinoamericana contemporánea, es preciso que sepamos qué tipo de narrador es Raymond Carver.

Una característica esencial de la cuentística de Carver es el universo conceptual e ideológico (en su acepción etimológica) que subyace bajo la superficie de la narración de un hecho aparentemente cotidiano y trivial. Por supuesto, este recurso no es nuevo, sino que Carver, a su vez, sigue una tradición que pervive en clásicos como Guy de Maupassant y, especialmente, Antón Chejóv. Un elemento vinculante de la obra de esos autores (Carver incluido), es el requisito de que el lector no se conforme con lo que está a la vista. Y, tras este preámbulo necesario, regresamos a Rubén Sánchez Féliz.

Si lees un cuento de Rubén Sánchez Féliz, y al terminarlo piensas que no ha pasado nada, léelo de nuevo. Tomemos como ejemplo el primer cuento, que es precisamente el que da título al libro: Ya nunca será como antes. Se trata de un hombre que tiene cierto conflicto con su esposa y, en el proceso, ese mismo hombre llega a un hospital para realizarse un procedimiento médico. El enfermero le pide que aporte nombre y datos de un familiar al cual llamar en caso de emergencia. Él le da el nombre de Carmen. “¿Qué parentesco tiene usted con Carmen?”, pregunta el enfermero; “Es la madre de mi hija”, responde nuestro personaje. El enfermero le dice que si se trata de su esposa. Él clarifica que no, que solo se trata de la madre de su hija. En tanto, los dos personajes intercambian algunas palabras sobre el libro La peste, de Albert Camus, que el protagonista ha traído consigo, y el paciente alude a una aparente correlación entre el conflicto que tiene con su mujer y cierta escena de La peste.

Como no pretendo revelar aquí toda la historia, me limito a señalar que después del procedimiento médico, el personaje sale del brazo con Carmen, a quien ya sí se conforma en reconocer como esposa y de quien, como he dicho, renegaba unas horas antes. Mientras sale del hospital, el protagonista se da cuenta de que ha olvidado el libro que estaba leyendo cuando llegó. Eso da pie a una breve reflexión del personaje que pone fin al cuento. El hecho esencial aquí es que, para quien haya entendido la narración, con esa reflexión final no termina el cuento, sino que apenas comienza. Claro, reconociendo la implícita multiplicidad de sentido de la gran literatura, cuando digo “haya entendido”, no apunto a una interpretación unívoca del texto. Lo relevante aquí es que hay algo que trasciende la conclusión del cuento.

“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”, decía Borges. Sánchez Féliz parece reconocer la validez de esa máxima. Además del vínculo de Sánchez Féliz con Raymond Carver (de quien se confiesa un lector recurrente) y otros escritores clásicos, se le conoce como un voraz lector del japonés Haruki Murakami, quien también produce una literatura que busca lectores inteligentes y activos. Las veces que hemos coincidido en tertulias y otros eventos, así como las conversaciones sobre temas literarios que hemos tenido, revelan su profunda preocupación por su propia formación intelectual.

Otros podrán tener sus propias predilecciones, pero a mi juicio los cuentos mejor logrados de este libro son “Ya nunca será como antes”, “A esta hora todos duermen”, “Derecho al pataleo” y “Almas gemelas”. Aunque este último tal vez rompe con el recurso del universo subyacente al que me he referido, no deja de parecerme un texto interesante. Esos cuatro cuentos se caracterizan por un manejo cuidadoso de los temas, por un estado de tensión permanente en que el lector intuye que algo tiembla o se mueve bajo la superficie de cada frase. En fin, Ya nunca será como antes es un libro que merece ser leído por múltiples razones: La rigurosidad intelectual de su autor, la frescura y cohesión narrativa de los textos, y la impresión casi segura de que el lector incisivo no quedará decepcionado.